Social Icons

twitterfacebookgoogle plusrss feedemail

miércoles, 20 de marzo de 2013

El psicotécnico es lo de menos
por Coca Sarlo


¡Volvió Coca Sarlo! Para quienes reclamaban sus posts, aquí tienen uno, en respuesta a "Una entrevista psicotécnica exitosa". Parece que el 2013 será un año de cambios laborales...

El psicotécnico es lo de menos


La verdad es que para mí el psicotécnico es lo de menos. Ya me sé de memoria la casa con o sin humo en la chimenea, el árbol, la persona, el paisaje, el círculo sin levantar el lápiz, las caras del dado con los números invertidos, etc. etc. No proyecto significados sexuales en las láminas de Rorschach porque dado que el psicoanálisis ha perdido su trono en manos de las psicologías cognitivas, si se quiere aparentar estar actualizado lo único que queda por ver son representaciones de sinapsis o de campos cerebrales. Y  válgame dios si hay algo menos erotizante que la imagen de una sinapsis. Así que la fuente de mi preocupación no reside allí sino más bien en otras dos cuestiones: la vestimenta y los formularios.


No se trata del hecho de que no haya pasado cantidad suficiente de horas leyendo “Los in y los out de la vestimenta para las entrevistas”, “Diez tips para que parezcas la persona que ellos buscan” o “Lookeate para conseguir EL puesto que te merecés”. No se trata tampoco de que no cuente con una variedad suficiente de prendas de vestir: tengo desde trajes como los que usa Marlene Dietrich en Testigo de Cargo hasta ropa casual pero fina como la que viste Diane Keaton en las películas de Allen. Se trata simplemente de que no puedo usar cualquier cosa cualquier día (y si bien no me atrevo a hablar en nombre del género porque cada ser humano tiene sus particularidades, creo que a los varones esto no les sucede). No importa qué digan las recomendaciones ni las estadísticas de éxito. Lo que bien mostraron Meryl Streep en Enamorándose y Carmen Maura en Mujeres al borde de un ataque de nervios con respecto al amor es aplicable  al trabajo: no te detengas hasta encontrar el outfit que va con tu día (o tu entrevista). Y créanme que no me detengo, o lo hago al borde de cometer la falta de llegar tarde. Tengo un problema allí.

Pero quizás el problema mayor lo tenga con los formularios: no sé completarlos. Hablo dos idiomas, he escrito varias cosas de una extensión considerable en un correcto castellano, pero no puedo completar formularios. Me desconcierta que no estén estandarizados y que su diseño esté en manos de las veleidades de algún psicópata que ya aprobó su correspondiente psicotécnico. En algunas de esas planillas, el espacio por completar está por encima del dato que se pide; en otras, por abajo. Cuando hay que completar de a un carácter, los espacios siempre son demasiado pocos o demasiado muchos. Nunca la emboco. Llevo corrector para borrar, pero se nota. Se nota que dudo. Y la duda es mortal, demuestra falta de carácter. ¿Y quién quiere un empleado sin carácter, aunque sea mujer?
Por suerte ahora voy a la entrevista con la línea. Llevo la ropa adecuada. Ya leí y preparé las respuestas para las preguntas que aparecen en “Las 100 preguntas que pueden hacerle en una entrevista”. Pasé la fase del completado del formulario hace quince días con el selector externo, y debo haberla  superado con cierto éxito. Llego puntual…, me hacen pasar…, estrecho la mano que me tiende mi entrevistador y nos sentamos a mantener una conversación distendida, me informa, para conocernos más. Sin descuidar el eye contact, me dice:
- Vivís…

Así, como con puntos suspensivos. Sin ninguna otra entonación. Y entro en pánico. Es como un formulario, pero oral. Y no hay subtitulado que me indique cómo debo completar la frase. Lo primero que se me ocurre decirle es “Sí, por supuesto”. Pero inmediatamente me acuerdo del “No digas lo primero que se te ocurra, sino lo segundo.” Y supongo que quiere saber otra cosa. Lo miro un poco de costado, sonriendo, invitándolo a seguir:
- … en CABA?
- Sí, desde siempre.
- Hijos…

Nuevamente. ¿Qué tacho? ¿La doble? Pienso: ¿aquí valorarán las competencias que he adquirido como madre y ama de casa (léase multitarea, adaptabilidad al cambio, perseverancia, modalidades de contacto, liderazgo, etc.)? ¿O pensarán que voy a pedir permiso por reuniones escolares o licencia por enfermedad y, en consecuencia, evaluarán mejor qué responsabilidades y qué sueldo me van a asignar? Digo “Sí, dos.” Y pienso cómo una misma respuesta leída como indicador de potencial o falencia puede  ubicarme unos escalones más arriba o más abajo que otro competidor, quizás masculino.

La entrevista sigue así un rato más, como un formulario que se va completando. A esta altura me viene a la cabeza la lámina del Rorschach en la que aparece la mujer desnuda. Quizás esté así porque no sabe qué ponerse para las entrevistas.

Entradas relacionadas


Una entrevista psicotécnica exitosa

 

Gracias, no quiero galletitas




7 comentarios:

  1. Buenísima nota!!!! Me siento identificada: comparto problemas con el look, con los formularios y con la puntualidad. Aunque últimamente - y para contrarestar la llegada tarde- llego tan temprano que cuando empieza la entrevista no puedo salir de mi estado de aburrimiento y mal humor (tengo cara de haber estado pensando durante al menos veinticinco minutos las diversas causas por las cuales nunca me irían a contratar en ese lugar, simplemente porque eso mismo estuve haciendo los ultimos venticinco minutos...) .
    La entrevista igualmente avanza - anodina y esquemática- pese a mis inevitables ganas de irme, que sin duda trascienden mi cara y caen de plano en la percpeción de mi interlocutor. ¿para qué seguir con todo esto? me dice una voz interna. (He llegado a pensar que esa voz se escucha en todo el ambiente: yo la escucho retumbar en las paredes y el techo).
    El entrevistador, cordial siempre, seguramente tacha en segundos el casillero de actitud y predisposición y el intercambio de palabras, datos y gestos decae suavemente hacia una despedida desganada, apenas insoportable.
    Asi que acá sigo, frente al placard, sin saber qué ponerme para la entrevista de hoy.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. así es, nomás, hay que priorizar lo importante por sobre lo urgente!

      Eliminar
    2. OMM-Otro Mando Medio21 de marzo de 2013, 23:31

      MM ¿qué clase de respuesta es esa? "priorizar lo importante por sobre lo urgente".
      Esa frase no está a la altura del MM.
      Otra oportunidad, otra oportunidad... (esta no está a la altura de nada).

      Eliminar
    3. OMM-Otro Mando Medio21 de marzo de 2013, 23:36

      Estimada Coca,
      Qué gusto volver a leerte.

      Si te mata la frase-pregunta con puntos suspensivos, a mí me saca la frase-pregunta con puntos suspensivos formulada en plural. Para tu ejemplo "vivimos en...".
      Eso habilita un directo a la mandíbula sin mayores explicaciones.

      Sobre "No proyecto significados sexuales en las láminas de Rorschach" es difícil creerte con ese seudónimo.

      Eliminar
    4. Hola OMM! (Si le hubieras agregado otra "M", podrías ser la Organización Mundial de los Mandos Medios, algo así como Kaos o Control...)

      ¡Es verdad! ¡Es verdad! ¡El plural es detestable! Ahí yo hubiera tenido que contenerme para preguntarle: "¿Quiénes???"

      Con respecto a lo de la lámina de Rorscharch, ahí tenés tu propio psicotécnico: pusiste el foco en Coca, no en Sarlo. Fijate.

      Saludos,

      Coca

      Eliminar
    5. Srta Sarlo, si me lo permite:


      Con respecto a lo de la lámina de Rorscharch, ahí tenés tu propio psicotécnico: pusiste el foco en Coca, no en Sarlo. Fijate.

      Coca



      =)

      Eliminar
  2. no hay que creer en los espejos, nos estafan con tasa variable.
    lo que sí, algunas mujeres se ven tan elegantes cuando visten el lenguaje (que las desnuda)

    una vez escuché que en una entrevista (para tomar una cirujana, ponele) un iluminado preguntó: cómo son tus amigos, la mayoría son cirujanos, o no?
    creo que en este caso con "..." alcanzaba como pregunta.

    ResponderEliminar

Los comentarios son bienvenidos. Prefiero los seudónimos a los anónimos...

 

El Origen de la Crítica

La formulación de una crítica supone previamente la vivencia de una experiencia desagradable que suscita la queja, ya sea ésta padecida personalmente por el crítico o el resultado de una conmoción por la suerte de otro. Es lo que aquí denominamos la fuente de la indignación. Sin este primer movimiento emotivo, casi sentimental, ninguna crítica puede emprender vuelo. Por otro lado, el espectáculo del sufrimiento no conduce automáticamente a una crítica articulada, ya que necesita un apoyo teórico y de una retórica argumentativa para dar voz y traducir el sufrimiento individual en términos que hagan referencia al bien común.

Boltanski, Luc y Chiapello, Eve. El nuevo espíritu del capitalismo (Madrid, Ediciones Akal, 2010, página 83).

Las Políticas de Management

En la actualidad las políticas de management subjetivan buscando una identidad entre trabajo y vida, entre objetivos personales y objetivos del capital y haciendo que los trabajadores hagan, por sí mismos, algo que al capital ya no le resulta tan sencillo realizar: controlar el uso eficiente de la fuerza de trabajo en función de sus propios objetivos.

Zangaro, Marcela. Subjetividad y trabajo (Herramienta Ediciones, Buenos Aires, 2011, pag. 182).

Enfrentamiento interno

Cuanto más se asciende en la organización más se funde uno con ella, puesto que más que estar dividido entre las exigencias del negocio y los criterios del personal, unas y otros entran en sinergia reforzándose mutuamente [...] El enfrentamiento entre capital y trabajo, que siempre había tenido como campo natural la empresa, pasa a producirse en el interior del individuo, que se debate entre su tendencia a trabajar menos para protegerse y escapar de las exigencias de la empresa, y su inclinación a trabajar cada día más para aumentar sus beneficios y mejorar siempre los resultados.

Auber, Nicole y De Gaulejac, Vincent. El coste de la excelencia. (Paidós Ibérica, Barcelona, 1993, pág. 38).