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jueves, 18 de julio de 2013

Los códigos de género en el hogar mercantilizado


En una entrada anterior [1] repasamos las tendencias actuales que buscan dar respuesta a las tensiones que se manifiestan en los hogares. Así, adoptar prácticas gerenciales en la organización  del hogar o en la crianza de los hijos proporcionaría las soluciones a los conflictos. Esto significa colonizar la vida personal por lo peor del universo laboral: la lógica gerencial. Pero existe una dimesión adicional para explorar: el género. Porque, en efecto, es un tema cruzado por las expectativas históricas de los roles de género. ¿Qué es lo femenino, lo masculino? ¿Existen estas categorías en forma disociada de la historia y de la sociedad? ¿Cómo son afectados estos roles en la redistribución de tareas en el trabajo y en el hogar que comenzó a acelerarse a partir de la década de 1950?




Lo público y lo privado


La estructura familiar que surgió del capitalismo escindió la esfera pública del trabajo y la esfera privada del hogar. El ámbito del trabajo fue ocupado mayoritariamente por los hombres, mientras que las tareas domésticas fueron "asignadas" a las mujeres. Los objetivos del trabajo son la producción de bienes y servicios. Las metas de las tareas domésticas son la reproducción de la fuerza de trabajo: criar hijos, mantener al esposo conforme. En la lógica capitalista el trabajo productivo es socialmente reconocido y valorado, mientras que "el trabajo reproductivo, que produce sólo fuerza de trabajo, será considerado improductivo y, por lo tanto, desprovisto tanto de reconocimiento como de valor" [2].

El "esencialismo", en términos del artículo Esencia de mujer de Zangaro [2], es considerar que el sujeto tiene una esencia trasendental, independiente del contexto social e histórico. Diversas prácticas y discursos operan en el capitalismo para crear una matriz esencialista, en la cual:
La mujer será madre, sujeto centrado en el hogar y sus hijos. Es decir, por su capacidad natural queda circunscripta al ámbito de lo reproductivo. Caracterizada por rasgos predominantemente afectivos, es considerada naturalmente débil, necesitada de la protección masculina y devendrá complemento necesario del hombre. Por su parte, el varón se define principalmente por las siguientes capacidades: actividad, inteligencia, racionalidad, seguridad, autonomía y la voluntad, las que lo hacen “naturalmente” apto para el mundo público de la competencia capitalista.  
Es necesario enfatizar que la perspectiva esencialista es errónea en sus fundamentos y, necesariamente, un instrumento de poder: la subjetividad es un resultado de la interacción con el mundo y no una entidad ajena al devenir social.

¡Andá a trabajar!



Entonces, cuando a partir de la década de 1950 las mujeres comienzan a acceder masivamente al mundo del trabajo asalariado, se produce una crisis de proporciones, que pone en cuestionamiento muchos de los supuestos previos acerca del trabajo. Más aún cuando comienzan a acceder a posiciones de poder, como gerenciales o directivas.

A la par de esta reconfiguración, el hogar -como ente ideal y basal de la estructura social- empieza a mostrar fisuras. Claro, mamá ya no está en casa: salió a trabajar temprano y vuelve tarde. ¿Quién cuida a los niños? ¿Quién hace las compras ahora? ¿Y la limpieza?

El mercado plantea el problema y también las respuestas: nuevos servicios rentados, que suplen actividades anteriormente familiares, y una reconfiguración de la familia según lógicas gerenciales, que no pone en cuestión la matriz esencialista.

El hogar mercantilizado


Afirma la socióloga Arlie Russell Hochschild que, si bien en la familia tradicional las diferentes actividades podían estar fragmentadas, no por ello estaban sujetas a una lógica mercantil ni comprometían las reglas del sentimiento [3]. (Por ejemplo, los abuelos que cuidaban a los nietos no cobraban por ello). 

Pero el rol materno se desmembró con el necesario avance de las mujeres en el mercado laboral, sin que la solución a estas nuevas demandas se haya producido en el interior de la familia. No se ha reconfigurado socialmente el rol tradicionalmente masculino, ni las empresas o las legislaciones han acompañado con las debidas protecciones (salvo, tal vez, en los países escandinavos). El mercado mismo procesó estas necesidades a través de nuevos servicios rentados: niñera, cocinero, instructor de campamento, wedding-planner, animaciones para cumpleaños, etc. Advierte Russell Hochschild que:
[...] los sustitutos comerciales de las actividades familiares suelen ser mejores que las actividades originales. Así como el pan de la panadería francesa probablemente supere al que hacía mamá y así como el servicio de limpieza limpia la casa más a fondo, es posible que los terapeutas reconozcan sentimientos con mayor precisión y las personas que se dedican a cuidar niños sean más apacibles que los padres.[3, págs. 60-61]
 Y concluye con un diagnostico preciso: "En un sentido, el capitalismo no compite consigo mismo -una empresa contra otra-, sino con la familia, y en particular con el rol de esposa-madre" [3]. Y esto es muy relevante, porque esta competencia pone el conflicto del lado de la mujer y no del lado de la familia. Es así, entonces, que las mujeres sobrecargan sus vidas con la doble tarea del trabajo asalariado y del hogar, de las que ahora son gestoras.

Y tenemos hoy hogares cuya organización podemos asimilar a las empresas actuales con sus redes de proveedores...

Home, Inc.


Gerencializar el hogar significa gestionarlo como si fuera una moderna corporación [1]. Esto es, considerarnos CEO de esta empresa, tener como gerentes a quienes nos asisten en la tareas operativas y como clientes a quienes consumen nuestros servicios. Chocante como suena.

Un ejemplo típico es Family Manager [4], una organización dirigida por Kathy Peel, autora estadounidense que ha vendido millones de libros de autoayuda para amas de casa y profesionales. Su slogan es "Familia: la organización más importante". El credo de Family Manager muestra sin ambigüedades la asimilación de la lógica gerencial al hogar, con la mujer como centro de esta "corporación hogareña":
El Credo del Family Manager
Estoy a cargo de la organización más importante del mundo
Donde cientos de decisiones se toman a diario
Donde se administran bienes y recursos
Donde se determinan las necesidades de salud y nutrición
Donde se discuten y debaten las finanzas y el futuro
Donde se planifican proyectos y se organizan eventos
Donde el transporte y la programación son críticos
Donde el trabajo en equipo es una prioridad
Soy un Family Manager
La organización ofrece, además, soporte a amas de casa desesperadas. En efecto, un equipo de coaches suministra apoyo (pago) para que las mujeres puedan sobrellevar sus dobles vidas de profesionales y amas de casa. También ofrece la certificación Family Manager Coach, que otorga a quien la porta el aval para poder realizar actividades de coaching. No podemos dejar de señalar que la figura del coach es central en la conformación de las modalidades de trabajo gerenciales de las corporaciones. Como tal, su rol no es comprender el pasado y curar; sino proyectar a las personas hacia el futuro a través de acciones concretas que mejoren su rendimiento y productividad [5]. El círculo sobre las mujeres se cierra perfectamente.


Todo queda en casa


La propuesta de mercantilizar y gestionar el hogar con lógicas corporativas parecería ser una posible solución para las mujeres profesionales a las tensiones que se experimentan en la casa. Pero si entendemos que el managerismo, como emergente del capitalismo del siglo XX, es una expresión del patriarcado; no hay dudas de que esta solución es un espejismo. No sólo no resuelve nada, sino que contribuye a reforzar el problema y a afianzar las desigualdades de género, dadas por aquella matriz esencialista. Ahora es "el hombre en el trabajo, y la mujer en el trabajo y también en la casa". Para salir de esa lógica son necesarias -para empezar- nuevas protecciones legales (licencias por maternidad y paternidad extendidas, por ejemplo) y una redefinición de lo masculino (socialmente avalada) que tenga en cuenta el rol de la mujer en la sociedad y en el trabajo.


La yapa


Vean la Guía de la buena esposa.

Referencias


[1] Gerente de Asuntos Domésticos se busca o la gerencialización de la vida privada, http://elmandomedio.blogspot.com/2013/07/gerente-de-asuntos-domesticos-se-busca.html

[2] Zangaro, Marcela (2013). “Esencia de mujer”: una lectura de los actuales modos de subjetivación de las mujeres en relación con el trabajo. Estudios Marítimos y Sociales Nro. 5

[3] Russell Hochschild, Arlie. La mercantilización de la vida íntima - Apuntes de la casa y el trabajo, Katz Editores, Madrid (2008)
 
[4] Family Manager, http://www.familymanager.com/. Lo esencial de la gestión del hogar en http://www.familymanager.com/index.php?option=com_content&task=view&id=50&Itemid=39

[5] Marzano, Michela. Programados para triunfar, Tusquets, Buenos Aires (2011)

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El Origen de la Crítica

La formulación de una crítica supone previamente la vivencia de una experiencia desagradable que suscita la queja, ya sea ésta padecida personalmente por el crítico o el resultado de una conmoción por la suerte de otro. Es lo que aquí denominamos la fuente de la indignación. Sin este primer movimiento emotivo, casi sentimental, ninguna crítica puede emprender vuelo. Por otro lado, el espectáculo del sufrimiento no conduce automáticamente a una crítica articulada, ya que necesita un apoyo teórico y de una retórica argumentativa para dar voz y traducir el sufrimiento individual en términos que hagan referencia al bien común.

Boltanski, Luc y Chiapello, Eve. El nuevo espíritu del capitalismo (Madrid, Ediciones Akal, 2010, página 83).

Las Políticas de Management

En la actualidad las políticas de management subjetivan buscando una identidad entre trabajo y vida, entre objetivos personales y objetivos del capital y haciendo que los trabajadores hagan, por sí mismos, algo que al capital ya no le resulta tan sencillo realizar: controlar el uso eficiente de la fuerza de trabajo en función de sus propios objetivos.

Zangaro, Marcela. Subjetividad y trabajo (Herramienta Ediciones, Buenos Aires, 2011, pag. 182).

Enfrentamiento interno

Cuanto más se asciende en la organización más se funde uno con ella, puesto que más que estar dividido entre las exigencias del negocio y los criterios del personal, unas y otros entran en sinergia reforzándose mutuamente [...] El enfrentamiento entre capital y trabajo, que siempre había tenido como campo natural la empresa, pasa a producirse en el interior del individuo, que se debate entre su tendencia a trabajar menos para protegerse y escapar de las exigencias de la empresa, y su inclinación a trabajar cada día más para aumentar sus beneficios y mejorar siempre los resultados.

Auber, Nicole y De Gaulejac, Vincent. El coste de la excelencia. (Paidós Ibérica, Barcelona, 1993, pág. 38).