Leemos el libro Mal comidos - Cómo la industria alimentaria argentina nos está matando, de Soledad Barruti [1]. En una profunda investigación la periodista pone luz sobre los aspectos más ocultos - y ocultados - de la indstria alimentaria argentina. Pollos, vacas, cerdos, soja, trigo, peces: nada de lo que nos llevamos a la boca escapa a su análisis.
Ya desde el inicio nos advierte:
Nuestra idea de la comida está repleta de lugares comunes y contradicciones: en Argentina tenemos la mejor carne, las mejores tierras, los cuatro climas para cultivar prácticamente todo, el mito de las abuelas expertas en recetas deliciosas, y a la vez un número insólito de locales de McDonald´s, un consumo record de Coca Cola, un fanatismo exacerbado por los yogures Activia, y -aunque casi no comemos pescado- centenares de locales de sushi que florecieron de la noche a la mañana. [Pág. 9]¿Es verdad o no, entonces, que tenemos las mejores carnes, los campos rebosantes de las mieses más nutritivas, los peces más saludables?
Primer plato: las carnes
Si hablamos de carnes, lo primero que nos viene a la cabeza es la carne vacuna. Quienes hayan leído el libro Fast Food Nation [2], o visto la película del mismo nombre, se habrán horrorizado por la realidad estadounidense de los feed lots: en grandes corrales viven hacinadas las vacas y terneros, ingiriendo comida balanceada en lugar de pasturas, inyectadas de antibióticos y hormonas. De allí van derecho al matadero, donde obreros sobre-explotados (usualmente mexicanos) carnean a los animales en condiciones higiénicas bajas. La carne resultante es de peor calidad que la de vacunos criados en campo abierto y alimentados a pasturas, y a veces directamente malsana.
¿Y en Argentina? ¡Sorpresa! Entre el 70% y 90% de la carne que comemos en las ciudades proviene de feed lots. Vean la película y luego me cuentan.
Pero no sólo de carne vacuna vive el hombre. También hay pollos y cerdos. Lamento transmitirle las malas noticias: las condiciones de crianza de estas especies es incluso peor que la de las vacas.
Segundo plato: los cereales
El yuyo verde. La esperanza del país. Las cosechas record. Sí, señora, señor: la soja. El problema de la soja es multidimensional. En primer lugar, la expansión de la frontera sojera deteriora la variedad de nuestras plantaciones. ¡Durante 2013 hemos llegado al extremo de no tener sufiente trigo para el consumo interno! Esto, además, genera el riesgo de estar muy vulnerables a la variación del precio internacional.
En segundo lugar, el cultivo de la soja se realiza a través de un paquete tecnológico. La soja que se planta es transgénica. Por un lado, se le hicieron modificaciones para que no se reproduzca. Así, para volver a cultivar, el dueño del campo debe comprar nuevas semillas a la empresa productora. Además, la soja transgénica es resistente a los plagicidas que produce la misma empresa que hace las semillas. Este plaguicida ha sido demostrado como cancerígeno... nada se hace, salvo desacreditar a los científicos que investigan independientemente. El epítome de este desastre ecológico es Monsanto. Lean el libro El mundo según Mosanto [3], de Marie-Monique Robin y vean el documental respectivo [4].
La comida procesada
Unos párrafos aparte merece la comida procesada. En unas pocas décadas se ha incrementado el consumo de alfajores, papas fritas, snacks, gaseosas. Y de la mano de este consumo, la obesidad, las enfermedades cardiovasculares, el deficit vitamínico y de proteinas. Pizzas, panchos y hamburguesas regados en Coca Cola: así alimentamos a nuestros hijos.
A los postres
Es paradójico que de la mano de la tecnología hoy día se produzcan tantos alimentos como para alimentar a todo el planeta... y sin embargo millones mueren de hambre. Millones más son obesos y otros millones se intoxican con comida industrializada que no alimenta. Esto es el producto de haber dejado nuestra alimentación supeditada a la lógica corporativa de lograr mayores ganacias al menos costo posible. Sólo así son posibles los feed lots, las semillas transgénicas, las comidas rápidas Mc Donald´s llenas de grasas, sales y harinas altamente adictivas.
Para no sonar hiper apocalíptico recomendamos altamente leer el cierre del libor de Barruti, donde da cuenta de experiencias de granjas orgánicas y producción de alimentos en escala más pequeña y saludable. Porque otra manera de producir y alimentarnos es posible.
Referencias
[1] Barruti, Soledad. Mal comidos - Cómo la industria alimentaria argentina nos está matando. Grupo Editorial Planeta, Buenos Aires (2013).
[2] Schlosser, Eric. Fast Food Nation
[3] Robin, Marie-Monique. El Mundo según Monsanto. Editorial Península. http://www.amazon.es/dp/8483078406
[4] El Mundo según Monsanto. En español en: http://www.youtube.com/watch?v=LdIkq6ecQGw
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