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domingo, 11 de enero de 2015

Las corporaciones son nuestro segundo hogar


Los que fuimos niños hace más de cuatro décadas recordamos la famosa frase que sentenciaba que la escuela era nuestro segundo hogar. En estos años: crisis del modelo escolar, de la familia como institución, reformulación del capitalismo hacia las formas híper consumistas, con la colonización de la vida privada por el trabajo y por los modelos gerenciales de toda laya. ¿Son las corporaciones ahora nuestro segundo hogar?



Una escuela de vida


Leemos en La Nación del domingo [1] un panegírico de Andrés Hatum sobre las corporaciones y su especial rol y destino en la formación de los trabajadores. Luego de admitir que "muchas personas talentosas están hartas de estos ambientes aburridos y estresantes, cargados de tramas políticas y trabajos para nada gratificantes", se lanza a una reivindicación de las organizaciones -que entiende como las grandes corporaciones que modelan el capitalismo de hoy día:
Es cierto que la vida corporativa puede ser dura, pero hay que seguir apostando por ella [...] Pero la organización sigue siendo aún el mejor lugar para el desarrollo profesional. A pesar de las críticas hacia las organizaciones, no hay otro lugar mejor para lograr formarse y transformarse profesionalmente.
Su argumentación se basa en que las competencias técnicas se aprenden a través del aprendizaje cognitivo; las competencias interpersonales, a partir de la inteligencia emocional, y las competencias de gestión requieren la experiencia directa. Mientras que las competencias técnicas se puede adquirir mediante la educación formal, "el aprendizaje que se logra por la experiencia y la inteligencia emocional necesita de ámbitos para practicarlos, desarrollarlos e implementarlos."

Aún cuando no suscribamos al modelo de competencias, nadie podría dudar que cualquier aprendizaje se termina de constituir en la praxis. Pero el autor va más allá y asegura que "nada mejor, en este sentido, que una empresa u organización profesional". ¿En serio, Andrés? ¿No hay nada mejor que una empresa al modelo corporación norteamericana?

¿La corporación es el segundo hogar?


Hace pocos años nomás decíamos que la escuela era el segundo hogar; hoy los gurúes del management y las escuelas de negocios parecen decir que la corporación es el segundo hogar. Allí aprenderemos las competencias necesarias para desenvolvernos no sólo en el trabajo, sino también en la vida.

Pero las corporaciones sólo enseñan las habilidades necesarias para desempeñarse exitosamente en... las corporaciones mismas. En efecto, el modelo de competencias y todo el entrenamiento corporativo es un modelo endogámico, que se pone a prueba en el acto de trabajar en una gran empresa.

Por supuesto, no vamos a pedirle a las grandes empresas -en efecto, la corporización de la ideología neocapitalista- que practiquen otro interés que el propio. Pero tampoco vamos a permitirles que se arroguen ser el campo del saber y la experiencia que no son.


Un punto de vista muy personal


Hace un año que dejé de trabajar en una gran corporación de origen norteamericano, víctima del WFR - workforce reduction [2]. Hace ya tres años que HP lleva a cabo un plan de reducción masiva de personal: 35.000 empleados globalmente, cerca del 15% de su dotación. Los eufemismos son la norma, por supuesto. No se habla de despidos masivos; son reducciones, realineamientos estratégicos, acciones de recursos humanos.

Trabajé siete años en HP. Y aprendí, en efecto, muchas cosas:
  • Las corporaciones promocionan la diversidad de proyectos y clientes como el mejor entorno para aprender saberes técnicos y gerenciales. Sin embargo, las corporaciones se cuidan de decir que sus filiales se especializan en ciertos nichos de tecnologías, procesos o tipos de proyectos. La geoespecialización implica, finalmente, que el trabajo siempre sea igual.
  • Es especial la propaganda sobre los managers. Gerentes, jefes de área, directores son bombardeados con mensajes sobre la gran escuela de liderazgo que sería la corporación, cómo las decisiones que tomarán harán la diferencia. Pero en las grandes empresas, todo se define en la cima de la pirámide. No hay nada que un director o un gerente puedan hacer más que ejecutar la estrategia definida.
  • No se premia a quien mejor trabaja, mucho menos a quien mejores resultados aporta; sino a quien mejor se posiciona en la estructura. Esto no es privativo del mundo corporativo, pero las infladas jerarquías potencian los comportamiento "lamebotas".
  • La burocracia es la norma, no hay espacio para hacer algo distinto.
Me gustaría pensar a las corporaciones como dinosaurios, ignorantes que su extinción ya está decretada, imposibilitados genéticamente de adaptarse. Pero no soy ingenuo y sé que las nuevas mutaciones probablemente tengan inscriptas las lógicas que ya conocemos.

Referencias


[1] Hatum, Andrés, Las corporaciones son un reducto cotizado para ganar experiencia, en La Nación, 11 de enero de 2015. On line en http://www.lanacion.com.ar/1759074-las-corporaciones-son-un-reducto-cotizado-para-ganar-experiencia

[2] WFR... WTF? Reducción (de) personal, http://elmandomedio.blogspot.com.ar/2013/11/wfr-wtf-reduccion-de-personal.html

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4 comentarios:

  1. Estimado, somos del diario "El Porteño". Nos gustaría ponernos en contacto con vos ¿Podrías facilitarnos un mail? Desde ya muchas gracias. Mail: elporteniodiario@gmail.com Tw: @porteniodiario

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    1. Hola, pueden conectarme en unmandomedio@gmail.com
      Saludos!

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  2. Estimado amigo MM:

    ¡Qué alegría que haya vuelto! Pensé que lo habían coptado unos alienígenas o unos corporativos, como quiera.
    En cuento a su reflexión, digo yo, decir que la corporación es como el segundo hogar ¿no es redundante? ¿No será acaso que hogar y corporación son como producto de un mismo molde y que, en definitiva, ir de uno a otra es como ser la pelotita en un juego de ping-pong? No sé, pienso (y digo) mientras degusto unos mates a la vera de la pelopincho.

    Contenta de tenerlo nuevamente entre los comunes mortales,

    Suya afectísima,

    Coca

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    Respuestas
    1. Bueno, bueno, cooptado es una palabra algo fuerte; pero casi, casi.
      No me iguale así no más corporación con hogar, que me deprimo.
      Coca for ever!

      Eliminar

Los comentarios son bienvenidos. Prefiero los seudónimos a los anónimos...

 

El Origen de la Crítica

La formulación de una crítica supone previamente la vivencia de una experiencia desagradable que suscita la queja, ya sea ésta padecida personalmente por el crítico o el resultado de una conmoción por la suerte de otro. Es lo que aquí denominamos la fuente de la indignación. Sin este primer movimiento emotivo, casi sentimental, ninguna crítica puede emprender vuelo. Por otro lado, el espectáculo del sufrimiento no conduce automáticamente a una crítica articulada, ya que necesita un apoyo teórico y de una retórica argumentativa para dar voz y traducir el sufrimiento individual en términos que hagan referencia al bien común.

Boltanski, Luc y Chiapello, Eve. El nuevo espíritu del capitalismo (Madrid, Ediciones Akal, 2010, página 83).

Las Políticas de Management

En la actualidad las políticas de management subjetivan buscando una identidad entre trabajo y vida, entre objetivos personales y objetivos del capital y haciendo que los trabajadores hagan, por sí mismos, algo que al capital ya no le resulta tan sencillo realizar: controlar el uso eficiente de la fuerza de trabajo en función de sus propios objetivos.

Zangaro, Marcela. Subjetividad y trabajo (Herramienta Ediciones, Buenos Aires, 2011, pag. 182).

Enfrentamiento interno

Cuanto más se asciende en la organización más se funde uno con ella, puesto que más que estar dividido entre las exigencias del negocio y los criterios del personal, unas y otros entran en sinergia reforzándose mutuamente [...] El enfrentamiento entre capital y trabajo, que siempre había tenido como campo natural la empresa, pasa a producirse en el interior del individuo, que se debate entre su tendencia a trabajar menos para protegerse y escapar de las exigencias de la empresa, y su inclinación a trabajar cada día más para aumentar sus beneficios y mejorar siempre los resultados.

Auber, Nicole y De Gaulejac, Vincent. El coste de la excelencia. (Paidós Ibérica, Barcelona, 1993, pág. 38).