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miércoles, 22 de mayo de 2013

Globalización, salud y la Matrix
por Coca Sarlo





Yo siempre digo que una cosa es comprender qué es la globalización y otra cosa es vivirla. Porque más o menos todos logramos entenderla, seamos cadetes o MMs. Sabemos que como el mundo está globalizado (o globoludizado, como dice un afamado locutor) lo que pasa allá pasa acá aunque con un cierto delay, porque acá queremos copiar lo de allá para no parecer tan de acá, que siempre es un poco más feo. O porque los de allá necesitan de nosotros, los de acá, y entonces tratan de que seamos como allá, o casi. Ahora, lo que se dice vivir la globalización, esto es, vivir lo de allá acá o lo de acá allá, sentir que somos sólo uno y global, eso es otra cosa. Es experimentar la certeza de que la Matrix existe.


Por ejemplo, leo en un diario de allá, el Wall Street Journal [1], que en Michelin de EEUU los empleados que no respondan a los estándares de salud definidos podrían tener que pagar hasta US$ 1.000 más de lo que ya pagan por su seguro de salud a partir del año que viene. ¿Los motivos? A Michelin los gastos de salud de sus empleados le están resultado muy altos. Y nadie puede decir que no intentó reducirlos por las buenas: como otras empresas, probó implementar estrategias sutiles como, por ejemplo, ofrecer alimentos más saludables en sus comedores o instalar un gimnasio, además de los consabidos chequeos médicos. Pero no dio resultado. O, por lo menos, no dio el resultado esperado. Y en la empresa ya saben por qué: las personas responden mejor a potenciales pérdidas que a recompensas prometidas, por lo que mejor que otorgar beneficios a los que cuiden su salud es multar a los empleados que no alcancen los niveles estándar de glucosa, triglicéridos, presión, colesterol o… que tengan un diámetro de cintura que supere los 89 cm o los 101, según el sexo.

La Matrix nos abarca


Entonces, sobre la base de comprender qué es la globalización comienzo a sospechar que es probable que las vivencias de allá se conviertan en las de acá. Busco indicios de la Matrix globalizada. Los encuentro: “La mala alimentación de los trabajadores puede ser responsable de caídas de entre el 16 y el 20% en la productividad de las organizaciones”, dice una nota en un matutino de acá, Clarín, reproduciendo los datos de diversos informes de la OIT (que es de allá y de acá). ¿Qué hacer, en este caso? Como estamos con un cierto delay, todavía no llegamos a la etapa del adoctrinamiento por el temor a las potenciales pérdidas.

Además, parece ser que acá por ahora se pone más difícil implementar esto de los castigos porque los más afectados por cuestiones de salud vienen siendo los ejecutivos, personas obsesivas con sus tareas, que no pueden delegar, que no les gusta que los controlen y que están muy mal acostumbrados a las recompensas. Entonces, las empresas ofrecen salud en esos términos: wellness programs que incluyen e-coach, médicos in company, yoga, masajes shiatzu, stretchball y futbol. Entrega de colaciones diet, organización de charlas con expertos, propuestas de planes de alimentación personalizados que tienen un seguimiento online y servicio de antropometría (que, “a partir de una evaluación anatómica inicial, permite conocer la composición corporal del tejido adiposo, muscular y óseo de las personas y a partir de allí generar una propuesta de mejora del estado físico”, dice la nota). Si bien estas empresas están acá son otras, no es la mía, es un acá no tan acá. Así y todo, como el escalofrío que me anticipaba la llegada del ente en la película homónima que vi de adolescente, siento el que me anticipa que el verde de la Matrix globalizada se acerca.

Mi nivel de glucosa en el Balanced Scorecard de la corporación


Abro mi mail corporativo. El escalofrío me recorre cuando veo que en la bandeja de entrada espera un correo que viene directamente de la casilla de Don Julio. Don Julio es el presidente ejecutivo de mi empresa. Mi primera reacción es preguntarme ¿Don Julio sabe que existo? ¿Sabe que una tal Coca recorre los pasillos de la empresa de lunes a viernes de 9 a 18 cumpliendo ciertas tareas específicas?

Mi mano se aproxima al mouse. Todavía dudo unos instantes, pero luego me atrevo. Y leo: “Estimado/a Coca Alodia:” Entonces respiro: no es Don Julio, es un robot, salió un mail en cadena. Don Julio no se sentó a escribirle a Coca Alodia Sarlo. Pero así y todo él me habla directamente a mí, me dice que mi salud es muy importante para él, que tengo que cuidarme, que vaya de 7 a 8 de lunes a viernes o el sábado, ya que no hay obligaciones ese día, a hacerme el chequeo completo que la empresa me brinda como beneficio; que van a controlar mi glucosa, mi colesterol, mis triglicéridos y mi masa corporal. Que si voy un día de semana no me preocupe, que voy a poder seguir con mis tareas habituales aunque me saquen sangre, porque de 8 a 8.45 una colación va a estar esperándome cuando vuelva a la empresa. Y me recuerda también que si no estoy mejor conmigo mismo/a, con mi salud y mi trabajo es porque, como todo empleado/a, pienso que soy eterno/a, que nunca me va a pasar nada, que voy a vivir para siempre y que por eso no me cuido.

La Matrix globalizada me estrecha. Me pongo verde como ella. Pienso que si van a medirme la cintura ojalá lo hagan con un centímetro de modista que, a la larga, siempre se estira. Y pienso que quizás allá y acá tengan razón, que lo importante es la salú, porque la plata va y va y va.
 

Referencias


[1] When Your Boss Makes You Pay for Being Fat, The Wall Street Journal, 12/4/2013. Se requiere registración para poder leerla, pero La Nación la levantó y pueden verla acá: http://www.lanacion.com.ar/1571160-los-kilos-de-mas-pueden-reducir-el-salario


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3 comentarios:

  1. el don julio que alguna vez conocí, era un tipo generoso que exigiría al máximo cualquier centímetro de costurera

    tenía la misión altruísta de evitar que los empleados de la cía tuvieran que padecer colesterol. a tal punto llegaba su bondad que a ciertas áreas se les pagaba poco para no tentarlos a comer de más.

    es así como nuestro scoreboard pudo compensar con dos puntos menos en Cinturon de Vestir (un gran indicador universal)

    las últimas novedades que tuve fue que la para incentivar la actividad física mudó la sucursal diez kilometros y repartió joggins y zapatillas con el logo de la firma.

    oh.. que tiempos tan excitantes aquellos que no supe valorar...

    ResponderEliminar
  2. Hay algunos Don Julios que harían empalidecer al mismísimo Sr. Burns...

    ResponderEliminar

Los comentarios son bienvenidos. Prefiero los seudónimos a los anónimos...

 

El Origen de la Crítica

La formulación de una crítica supone previamente la vivencia de una experiencia desagradable que suscita la queja, ya sea ésta padecida personalmente por el crítico o el resultado de una conmoción por la suerte de otro. Es lo que aquí denominamos la fuente de la indignación. Sin este primer movimiento emotivo, casi sentimental, ninguna crítica puede emprender vuelo. Por otro lado, el espectáculo del sufrimiento no conduce automáticamente a una crítica articulada, ya que necesita un apoyo teórico y de una retórica argumentativa para dar voz y traducir el sufrimiento individual en términos que hagan referencia al bien común.

Boltanski, Luc y Chiapello, Eve. El nuevo espíritu del capitalismo (Madrid, Ediciones Akal, 2010, página 83).

Las Políticas de Management

En la actualidad las políticas de management subjetivan buscando una identidad entre trabajo y vida, entre objetivos personales y objetivos del capital y haciendo que los trabajadores hagan, por sí mismos, algo que al capital ya no le resulta tan sencillo realizar: controlar el uso eficiente de la fuerza de trabajo en función de sus propios objetivos.

Zangaro, Marcela. Subjetividad y trabajo (Herramienta Ediciones, Buenos Aires, 2011, pag. 182).

Enfrentamiento interno

Cuanto más se asciende en la organización más se funde uno con ella, puesto que más que estar dividido entre las exigencias del negocio y los criterios del personal, unas y otros entran en sinergia reforzándose mutuamente [...] El enfrentamiento entre capital y trabajo, que siempre había tenido como campo natural la empresa, pasa a producirse en el interior del individuo, que se debate entre su tendencia a trabajar menos para protegerse y escapar de las exigencias de la empresa, y su inclinación a trabajar cada día más para aumentar sus beneficios y mejorar siempre los resultados.

Auber, Nicole y De Gaulejac, Vincent. El coste de la excelencia. (Paidós Ibérica, Barcelona, 1993, pág. 38).