Sucesos (laborales) argentinos - Gracias, no quiero galletitas
por Coca Sarlo
Contamos hoy con la colaboración de Coca Sarlo, lectora de este blog, quien ha enviado este artículo. ¡Disfrutenlo!
La memoria no sólo es prodigiosa, sino
también impredecible. Y su impredecibilidad, para mí –con independencia de lo
que diga la investigación científica- es la característica que la vuelve un
fenómeno maravilloso, casi místico. Su impredecibilidad nos dice que en algún
rincón de nuestros cerebros siempre estamos alertas: alertas para recordar y
alertas, también, para olvidar. La memoria juega mostrando y ocultando cuando
quiere y como quiere, a pesar de nosotras mismas.
Por ejemplo: alcanza a veces con una
mínima percepción para que se desate toda una andanada de recuerdos que se abate
sobre una como un derrumbe. A veces, en cambio, y por más que de ello dependa
nuestra vida, somos incapaces de reproducir la más mínima porción de pasado. A
mí me pasa tanto una cosa como otra. Pongamos por caso una situación recurrente
en mis inviernos. Cuando huelo pan tostado, me resulta imposible impedir que la
imagen de mi abuela planchando las camisas de mi papá mientras tomo la leche
con tostadas no me asalte desde las profundidades de vaya una a saber qué parte
del cerebro. Imposible también me resulta a veces, por ejemplo, recordar las
buenas razones por las cuales no debería renegar sistemáticamente de mi
educación en la escuela de monjas.
La misma sensación de súbita posesión por
el recuerdo y la memoria me asaltó durante la última reunión de TUT a la que
tuve que asistir. Las TUT son las reuniones trimestrales a las que todos los
empleados de la empresa de servicios en la que trabajo debemos asistir. La sigla la utilizamos para resumir el nombre
completo propuesto por el Departamento de Difusión y Promoción Interna (el
DIPROINTE) para designar los encuentros interjerárquicos: Todos Unidos Triunfaremos. El nombre tuvo la aceptación inmediata de
la alta cúspide, dado que sin importar en qué orden una recordara sus términos,
siempre conservaba sus propiedades semánticas. Así, se volvían equivalentes a
esa denominación inicial las expresiones “Unidos Triunfaremos Todos”, “Unidos
Todos Triunfaremos”, “Triunfaremos Unidos Todos” o “Triunfaremos Todos Unidos”.
Las TUT no son reuniones de inducción (ya me referiré a éstas en algún
momento), porque ya estamos todos inducidos- o por lo menos eso se supone dado
que regularmente la empresa misma se hace cargo del pago de nuestro salario (los
no inducidos son fácilmente reconocibles porque están tercerizados).
Las TUT son reuniones en las que alentados
y conducidos por el Presidente de la compañía nos preguntamos qué hacemos mal,
qué hacemos bien, cuáles son nuestras oportunidades de mejoras y cuáles han
sido nuestras últimas “peoras”. En las
TUT repasamos el posicionamiento de la competencia y nos enteramos de a quiénes
tenemos que superar y a quiénes ni siquiera vamos a considerar como adversarios.
En definitiva, las TUT son muy instructivas porque cuando salimos de ellas para
dar nuestro presente, recibir el obsequio de turno y masticar la empanada
contratada, sabemos a ciencia cierta dónde estamos posicionados y sospechamos,
a ciencia cierta también, qué es lo que nunca vamos a conseguir.
En la última TUT, decía, me asaltaron súbita
e impredeciblemente recuerdos cuando escuché cuáles eran las ideas que desde la Gerencia de Capital
Humano (la GECHU)
se iban a implementar para que de una vez por todas comprendamos que somos el
principal activo de la empresa. Entre las innovaciones que se mostraban en un
dinámico ppt, atisbé el ítem “Galletitas”. Léase por tal la intención de la compañía
de proporcionarnos diariamente un refrigerio –nominación más adecuada si la
secretaria del Presidente hubiera conocido el término-. “Galletitas”: fue
suficiente la sola lectura del ítem para que mi memoria pusiera en
funcionamiento el andamiaje que me arrojó de lleno al arcón de los recuerdos y
me transportó al primer empleo formal que tuve, allá lejos y hace tiempo. En
ese entonces, era empleada administrativa en las oficinas de una empresa
ensambladora de productos electrónicos en el sur del país. En la oficina
radicada en la capital –más precisamente en el barrio de Once- nos encargábamos
del papeleo general y de gestionar las cuestiones administrativas vinculadas
con la importación de insumos para la ¿producción? nacional. Nada del otro
mundo a fines de los ochenta.
En esa oficina por la tarde también nos
daban un refrigerio. Pasaba una señora con uniforme y carrito a servirnos té o
mate cocido. Y nos traía galletitas. Si éstas eran dulces, podíamos servirnos
una. Si eran saladas, dos.
Y, cuando más de veinte años después,
volví a escuchar que nos daban galletitas, me acordé. Me acordé de mis primeras experiencias en el
mercado de trabajo. Pero en realidad como la memoria es prodigiosa -como decía al principio- me acordé mejor. Me
acordé de aquello que a pesar de mí misma quieren hacerme olvidar: que cuando
en la empresa te obsequian galletitas, en realidad, y como dicen en mi barrio,
te quieren dar masita.
Hola Coca,
ResponderEliminarLa primera parte de tu artículo remontó mi cerebro cual barrilete de barrio a una parte guardada de mi niñez. Lástima el desplome posterior, no por la calidad del artículo, sino por la conclusión.
Como vos, hace muchos años, en mi primer trabajo formal también nos daban galletitas, con la diferencia que era la empresa misma quien las fabricaba en el barrio de Constitución.
Las TUT son bastante habituales, aunque el nombre suele ser cambiado para disimular, sin embargo la intención suele ser la misma. Bueno es que te puedas dar cuenta de esa intención y accionar en consecuencia.
¡Gracias por compartir!
Estimado OMM:
Eliminarbueno, en tu caso, el consumo de galletitas era casi endogámico. No había pensado en el caso de aquellos que consumen los mismos productos que elaboran!!
Pero bueno, los productos que producimos pueden ser distintos, pero las vivencias que vivimos (valgan ambas redundancias)son, lamentablemente, similares.
Saludos!
siempre te dan masita... y con el servicio de galletitas se ponen altamente sospechosos... iamginate cuando logran llegar al concepto de refrigerio! agarrate
ResponderEliminarEstimado Anónimo:
Eliminarel tema es que, a lo mejor, no han llegado a la abstracción del concepto, pero en la práctica conviene agarrarse porque tienen una captación preintuitiva bastante aguda!
Saludos!
Amiga Coca Sarlo, que decir de tu nota, me hiciste acordar a mi primer trabajo, cuando uno de los dueños teniendome 3 años como pasante me ofrecia como "refrigerio" su palmada y el mote de "Maestro de los maestros"...triste, pero cierto.
ResponderEliminarFue a partir de esa experiencia que me converti en un taliban retributivo y el unico "refrigerio" que cuenta para mi es el dinero contante y sonante, no importa la moneda o la especie, el resto es chachara...
Se que mi postura es un poco extrema, pero prefiero comprarme las galletitas que me gustan a mi en el quiosko de la esquina antes que me las den en la oficina y me den "masita" a fin de mes en el recibo de sueldo.
Felicito a los departamentos de recursos humanos por su constante imaginacion extrema y sus innovadores metodos de estimulacion al empleado, sepan que conmigo es facil, paguenme bien a fin de mes!!!
Estimado Barto:
Eliminarme da por decirte "uydió!", los que usan esas expresiones, incluida "master", "campeón" y similares son los peores...
Los talibanes retributivos podríamos abrir un grupo en féisbuc. Pero, entre nos, creo que aunque nos compremos las galletitas nosotros/as mismos en el quisco, nunca zafamos del todo de las masitas (algunas veces, más secas que otras!)
Gracias por comentar!
jajaj, muy realista.
ResponderEliminarcon tantos recuerdos, siglas y reuniones, recuerdo que una vez una amiga me dijo con respecto a la tan usada frase "el Arte de la guerra", que la palabra "Arte" era muy valiosa como para usarla en ese contexto.
del mismo modo, creo que "dar masita" debería preservarse para otros ámbitos y no confundirse con estas prácticas empresariales tan poco lúdicas, como lo eran nuestros barrios de juventud.
ante eventos como el del texto, me siento bastante desvalorado, pero nunca falta uno que ayude a levantar la autoestima con la frase compañera: "pensá que en otros lados no te dan nada". claro, inmediatamente se disipa cuando recordás cuánto gana.
saludos
En nombre de Coca (y a la espera de su respuesta), gracias por el comentario.
EliminarUff, hay toneladas de frases y términos mal usados y abusados por el contexto empresario. Les debo un post o una sección completa con esto!