Christophe Dejours es un reconocido psiquiatra y psicoanalista, referente en temas de psicología del trabajo. En estos días está en Argentina para brindar un seminario de doctorado en la Universidad de Buenos Aires. Dio una charla, a la que lamentablemente no pude concurrir (reseñada en [1]), en la que revisó las condiciones en las que el trabajo actual impacta negativamente en la salud. Leemos en la reseña:
Los daños psicológicos generados por el trabajo contemporáneo son preocupantes. No hay que relativizar el sufrimiento que acarrean las dificultades en el trabajo y el daño que causa a las personas el hecho de ser privadas de la posibilidad de empleo.Las patologías incluyen depresión, síndrome de burnt out, agresividad, adicciones. En un post anterior [2] tratamos este tema desde un marco puramente clínico. Pero, ¿qué practicas o dispositivos propenden a dañar a los individuos en el trabajo?
La hiperactividad profesional
En un artículo en la revista Topía [3], Dejours trata el tema de la hiperactividad profesional y advierte:
A partir de un cierto nivel de intensidad (de cadencia, por ejemplo) o de extensividad (la duración de la jornada de trabajo, por ejemplo), la actividad entra en competencia con la subjetividad. La sobrecarga de trabajo pone en peligro las condiciones necesarias para el juego de la fantasía, la imaginación y la afectividad.Hemos hablado extensamente en otros posts acerca del involucramiento de la subjetividad en los managers. Dejours identifica tres líneas de trabajo que postulan mecanismos o causas para la hiperactividad:
- La captura gerencial: en este mecanismo la cultura empresaria monta un dispositivo que copa la subjetividad del individuo gerente. La veremos con más detalle debajo
- Los procedimientos autocalmantes: proveniente de la psicosomática, esta línea postula que ciertos individuos, con pobres capacidades de imaginación, serían propensos a la hiperactividad a través de un mecanismo que taparía la angustia.
- Una defensa contra el sufrimiento proveniente del trabajo: bajo los apremios laborales, el individuo intensifica su actividad para evitar cualquier pensamiento crítico.
La captura gerencial
Nadie nació gerente o director de una corporación. Bueno, tal vez entre los herederos de familias acomodadas encontremos jóvenes managers directamente salidos de una universidad privada. De cualquier manera, para el resto de los mortales el camino comienza desde abajo. En un momento nos han promovido a posiciones de mayor jerarquía y responsabilidad, y hemos sentido un importante cambio cualitativo en las condiciones de trabajo. La expectativa de la "camiseta de la empresa puesta", de la continua conexión via celular, del trabajo 24x7 son aspectos (entre otros) que todos hemos experimentado. Estas prácticas forman el dispositivo que pone en marcha la empresa:
Del lado del sujeto estarían solicitadas específicamente las instancias ideales, en particular el ideal del yo, las que favorecerían identificaciones heroicas y objetivos de acción prestigiosos o gloriosos. Del lado de la empresa, la "cultura empresaria" y la "comunicación empresaria" ofrecerían bajo formas atractivas promesas de éxito y de realización, de potencia y de riqueza, a cambio de trabajo, entrega a la empresa y adhesión a los valores que esta última promueve. [3]Las consecuencias las hemos visto o padecido en carne propia:
Una vez atrapado en esa identificación con los ideales gerenciales, se haría muy difícil para el sujeto liberarse de la manipulación de la que ha sido objeto. Para alcanzar los objetivos fijados por los empresarios y beneficiarse con las promesas que contienen, el sujeto empeñaría su vida entera con riesgo de que en él queden abolidas toda crítica y toda capacidad de resistir al aumento de las prestaciones que de él se esperan. [3]Y así llegamos a lo que todos podemos identificar como el arquetipo del directivo: conectado las 24 horas con su trabajo, eternas horas en la oficina, horas de "ocio" dedicadas al establecimiento de redes (cenas con clientes, partidos de golf con pares), consumismo desmedido para justificar de alguna forma su vacuidad y su dinero. Y luego: el stress, los ataques de pánico, las úlceras, los ataques cardíacos.
Debemos como managers hacer un esfuerzo por identificar este dispositivo, las prácticas que pone en funcionamiento y, más importante, que efectos está produciendo sobre nuestros cuerpos y subjetividades.
Demoliendo mitos
¿Y cuáles son estas prácticas? En otro trabajo [4], Dejours identifica ciertas técnicas de gestión que intensifican la presión por la (híper)productividad y el aislamiento del individuo:- La evaluación individualizada del desempeño.
- La “calidad total”.
- La subcontratación en cascada y el recurso creciente a los trabajadores “independientes” en detrimento del trabajo asalariado.
Como gerentes participamos activamente de estas prácticas. Hacemos evaluaciones de desempeño individuales, en las que se revisan objetivos anuales establecidos por la compañía. Estas metas muchas veces se articulan pobremente con el trabajo cotidiano del empleado... y aún así, deben responder por ellas. La subcontratación... ¿qué decir que no sea evidente? En palabras de Richard Sennet (ver por ejemplo [5]), las personas pierden la legibilidad de sus trayectorias de vida y laborales. No hay dónde anclar la historia personal.
Angustia, desconexión con las tareas son algunos síntomas... que no tienen ninguna instancia de reflexión colectiva en las corporaciones. Ante la desigual relación empresa-persona, el individuo se siente aún más individuo. Y, mientras tanto, las empresas sólo entregan -cuando lo hacen- tratamiento sintomático: sesiones de relajación y estiramiento, talleres de manejo de estrés.
No sabría indicar cómo o con qué reemplazar estas prácticas. Estoy seguro, sin embargo, que algo hay que hacer. Al menos, empecemos por pensar y poner en palabras.
Referencias
[1] La Nación, edición impresa del 18 de noviembre de 2012. http://www.lanacion.com.ar/1527892-cristophe-dejours-trabajar-es-transformarse-en-uno-mismo
[2] Enfermos por el trabajo, http://elmandomedio.blogspot.com.ar/2012/09/enfermos-por-el-trabajo.html
[3] Dejours, Christophe. La hiperactividad profesional: ¿masoquismo, compulsividad o alienación? en Revista Topía, octubre de 2007. On line en http://www.topia.com.ar/articulos/la-hiperactividad-profesional-%C2%BFmasoquismo-compulsividad-o-alienaci%C3%B3n
[4] Dejours, Christophe. Contribución de la Clínica del Trabajo a la Teoría del Sufrimiento en Revista Topía, noviembre de 2010. On line en http://www.topia.com.ar/articulos/contribuci%C3%B3n-cl%C3%ADnica-del-trabajo-teor%C3%AD-del-sufrimiento
[5] Sennett, Richard. La Corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo, Anagrama, Madrid, 2000.
[4] Dejours, Christophe. Contribución de la Clínica del Trabajo a la Teoría del Sufrimiento en Revista Topía, noviembre de 2010. On line en http://www.topia.com.ar/articulos/contribuci%C3%B3n-cl%C3%ADnica-del-trabajo-teor%C3%AD-del-sufrimiento
[5] Sennett, Richard. La Corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo, Anagrama, Madrid, 2000.
"... ciertos individuos, con pobres capacidades de imaginación, serían propensos a la hiperactividad a través de un mecanismo que taparía la angustia." Si se refiere a la cantidad y no calidad de la imaginación tengo la explicación para mi hipoactividad.
ResponderEliminarDicen por ahí que la mejor arma de dominación que tiene el sistema es hacernos creer que no existe. El sistema o mandinga. No importa.
El sistema necesita de mano de obra interna. Necesita de umpa lumpas que saben que existe. Para ellos no puede usar lo que sería su mejor arma. Usa entonces una un poco más sofisticada: les hace creer que son parte de él.
El sistema dominante intenta, y lo logra, por eso es dominante, dominar a sistemas más pequeños transformándolos en subsistemas. La manera más eficiente de dominar a los subsistemas es reducirlos, achicarlos, atomizarlos. Con su mano de obra interna, el sistema no tiene problemas en reducirla en su mínima expresión: el individuo. Con ello logra dos cosas a la vez: tratar a un colectivo como la mera suma de sus partes y que, a su vez, las partes se sientan orgullosas de no pertenecer a colectivo alguno.
La exaltación del individuo por sobre el colectivo desborda el ámbito laboral. La pronunciada aversión por la sindicalización se encuentra en la frontera. Es la punta del témpano de la aversión a cualquier organización colectiva que no sea "autoconvocada", "espontánea"... Como ciudadanos tambíen forman parte de colectivos sin interacción de las partes.
Pertenecer tiene sus privilegios. Y sus exigencias. Las exigencias son grandes, grandes como el premio. El premio es ser parte del sistema. Del sistema dominante. En el camino es probable que se resienta un poco la salud pero bueno... ya saben: lo importante es el dinero. La salud va y viene.
Saludos.
@JPetruza
Justo estaba leyendo el libro de John Holloway, "Cambiar el mundo sin tomar el poder", en el que comenta la teoría de Marx. Y el énfasis lo pone Holloway en esta separación de la socialidad en individuos, producto de la fetichización de la mercancía (y etcéteras). (Muy recomendable.)
EliminarY justo resuena con lo que escribís: "Con su mano de obra interna, el sistema no tiene problemas en reducirla en su mínima expresión: el individuo. Con ello logra dos cosas a la vez: tratar a un colectivo como la mera suma de sus partes y que, a su vez, las partes se sientan orgullosas de no pertenecer a colectivo alguno. "
Reescribiendote, más que "mano de obra interna" es "mano de obra inerte". Y así estamos.
Un abrazo, el MM.
Ah, mire usted. A lo Alberto Fernández podría decir que eso ya lo había hablado con Johnny en el 2003. Pero no. Ni siquiera he leído al compañero Holloway. Se trata seguramente de ósmosis.
ResponderEliminarSaludos.
@JPetruza