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sábado, 14 de julio de 2012

Me sentía George Clooney

- Me sentía George Clooney en "Amor sin escalas" - dice mi amigo Juan Carlos - No por el aspecto, claro, sino por la situación...

Estamos en un bar de la calle Reconquista en Buenos Aires, tomando unas cervezas luego de la oficina. Juan Carlos trabaja hace casi 10 años en una empresa que ofrece, entre otras cosas, servicios tercerizados  de help desk. Su CEO anunció recientemente un plan global de reducción de plantilla: varios miles de empleados menos...

- Entendeme: no es la primera vez que tengo que despedir gente. Incluso antes he tenido que reducir grupos enteros por caídas de negocios. Pero nunca me tocó hacerlo a esta escala y con tan poco razonamiento detrás.

Apura su segunda cerveza, se le seca la garganta al hablar. Juan Carlos supervisa un equipo de 80 personas que atiende el help desk de una importante empresa tabacalera de EEUU.


Recuerdo a Clooney en esa película y su trabajo de "despedidor". Como consultor externo hacía el trabajo sucio que las empresas no querían hacer. La ofrenda al futuro desempleado era un "paquete de salida": consejos de cómo reposicionarse en el mercado laboral, algo de cobertura médica por pocos meses, el dinero de la indemnización.

- ¿Sabés qué? - continúa Juan Carlos - Tengo que reducir mi equipo aunque mi cliente me lo pague, aunque mi margen sigue siendo aceptable. La compañía se reestructura, dice el memo oficial, para adaptarse a las condiciones actuales del mercado, bla bla. En fin, tendré que compensar con aumentos de la productividad.

Estoy tentado a comentar que los "aumentos de productividad" son usualmente un eufemismo para poner a trabajar al personal al 120%, pero me contengo.

- Lo peor de todo es que en el equipo de mi colega tienen necesidad de gente. De hecho, no pueden levantar ese negocio, que ya está pagado por el cliente, sin incorporar gente nueva. Pero... según la corporación no le puedo reasignar a él la gente que tengo que despedir. ¿Estúpido, no? Pensá en el negocio que se pierden.

Y ni siquiera empezamos a rozar el tema de la responsabilidad social, de la modalidad tercerizada y transnacionalizada del trabajo actual, de la pérdida de seguridad laboral, del tratar a los empleados como otro recurso más. Pero no creo que lo hagamos: en definitiva se trata de Juan Carlos, siempre preocupado por los negocios y la rentabilidad.

Llega otra ronda de cervezas y nos ponemos a comentar la película de Clooney.


Referencias:
Amor sin Escalas (Up in the air, 2009).

1 comentario:

  1. Y si se parece a Clooney, no estaría mal conocerlo. Aunque sea para que me corte la cabeza, como esos pollitos tan divertidos que pusiste en la nota. Adelante Mando Medio!!! tu luz nos ilumina!

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Los comentarios son bienvenidos. Prefiero los seudónimos a los anónimos...

 

El Origen de la Crítica

La formulación de una crítica supone previamente la vivencia de una experiencia desagradable que suscita la queja, ya sea ésta padecida personalmente por el crítico o el resultado de una conmoción por la suerte de otro. Es lo que aquí denominamos la fuente de la indignación. Sin este primer movimiento emotivo, casi sentimental, ninguna crítica puede emprender vuelo. Por otro lado, el espectáculo del sufrimiento no conduce automáticamente a una crítica articulada, ya que necesita un apoyo teórico y de una retórica argumentativa para dar voz y traducir el sufrimiento individual en términos que hagan referencia al bien común.

Boltanski, Luc y Chiapello, Eve. El nuevo espíritu del capitalismo (Madrid, Ediciones Akal, 2010, página 83).

Las Políticas de Management

En la actualidad las políticas de management subjetivan buscando una identidad entre trabajo y vida, entre objetivos personales y objetivos del capital y haciendo que los trabajadores hagan, por sí mismos, algo que al capital ya no le resulta tan sencillo realizar: controlar el uso eficiente de la fuerza de trabajo en función de sus propios objetivos.

Zangaro, Marcela. Subjetividad y trabajo (Herramienta Ediciones, Buenos Aires, 2011, pag. 182).

Enfrentamiento interno

Cuanto más se asciende en la organización más se funde uno con ella, puesto que más que estar dividido entre las exigencias del negocio y los criterios del personal, unas y otros entran en sinergia reforzándose mutuamente [...] El enfrentamiento entre capital y trabajo, que siempre había tenido como campo natural la empresa, pasa a producirse en el interior del individuo, que se debate entre su tendencia a trabajar menos para protegerse y escapar de las exigencias de la empresa, y su inclinación a trabajar cada día más para aumentar sus beneficios y mejorar siempre los resultados.

Auber, Nicole y De Gaulejac, Vincent. El coste de la excelencia. (Paidós Ibérica, Barcelona, 1993, pág. 38).